Tras sucesivas administraciones con el sello progresista y característico de la izquierda mexicana, por momentos la Ciudad de México parece haberse transformado en otro país con respecto al resto del territorio mexicano (las imágenes no dejan mentir) y no sólo lo ha hecho en sus zonas elitistas, para nada... lo más valioso es que lo ha realizado de tal manera que ha elevado -de forma considerable- el nivel de los espacios públicos que comparten los miembros de toda la sociedad.
Por sus adoquines, baldosas y banquetas de asfalto pasan a diario lo mismo banqueros que estudiantes y turistas, amas de casa, comerciantes y artistas, abogados, vagabundo, profesionistas y políticos, quienes sean son bienvenidos a las calles y los muros que guardan -y resguardan- siglos de historia en una región que quizás no sea la más transparente del mundo pero sí constituye el espacio más cosmopolita de México y es sin duda uno de los sitios más interesantes del mundo como metropoli, por sus proporciones, por su ritmo y porque es el espejo de la cultura nacional.
Algo es cierto, en esta ciudad no hay turistas nacionales... de una u otra manera, todos los mexicanos son dueños de un pedazo de la Ciudad de México, a través de vínculos familiares, afectivos o comerciales.
Por cierto, uno de los más exitosos programas implementados durante la gestión de Marcelo Ebrard (ex alcalde) fue el impulso de las bicicletas como medio de transporte colectivo. El éxito no sólo se mantiene sino que ha ido en incremento, creando uno de los sistemas más interesantes de comunicación e interacción social urbana.
